
Ayer presenté en sociedad este blog.
Los primeros, mis hijos.
Jor, hombre al fin, me felicitó por mi destreza técnica y de inmediato procedió a señalar y corregir un par de cositas, además de instalar (según él, indispensable) el contador de visitas. Estaba tan contento por darme su ayuda que no me atreví a decirle que para mi, parte del encanto de Internet consistía en no saber si alguien te lee o si estás “escribiendo” cual loca, para tu dedo “Querido dedo” –dices mirándote el dedo índice de la mano derecha- y te sientes en la gloria. El resultado es que con el dichoso contador de visitas, ahora estaré pendiente si alguien me lee o soy mi única seguidora. Si en algún momento parezco demasiado desesperada suplicándoles que vengan, ya saben por qué es (pueden decirme le baje a mi neurosis).
Con Ross la cosa fue diferente. Conversamos y me preguntaba por qué había escrito tal o cual cosa, si el blog sería sólo para mujeres; se interesó en el contenido y leyó cada una de las entradas… algunas horas después, ya estando sola, pensaba en las mujeres que conozco, con quienes me relaciono y la forma como nos alimentamos internamente unas a otras.
Con algunas voy de desayuno y hablamos de "nuestras cosas", con otras comparto la pasión por la lectura, con otras más satisfago mis inquietudes espirituales; no faltan aquellas con quienes se habla de moda, de cocina, de los hijos, de los hombres o de cualquier cosa… ocupan un lugar de honor las que logran hacerme reír hasta llorar y son una bendición las hermanas de sangre y las hermanas del alma.
A las mujeres nos hace bien estar con otras mujeres... estando juntas la energía fluye y a través de ella nos comunicamos en el nivel más profundo, nos aliviamos y fortalecemos. No descuidemos ni minimicemos la relación entre nosotras. Salir a tomar el café con las colegas, conversar con la vecina de asiento en el transporte público, tomarnos unos minutos en las reuniones escolares y conocer a otras mamás, detenernos a preguntar a nuestra vecina cómo se encuentra o si somos internéticas fomentar las amistades por este medio (con los límites que marca el sentido común, por favor), nos aleja de la soledad, nos ayuda a ver en las otras aspectos nuestros, distrae nuestra mente de los “mismos rollos de siempre” y nos enriquece. Este verso de una vieja canción lo expresa de una hermosa forma:
“No seas como el viento que juega por la arena y no encuentra a su paso alguien que lo detenga, arrímate a los bosques que se cubren de amor con su espesura y no camines sola jamás y encontrarás ternura”.
Jor, hombre al fin, me felicitó por mi destreza técnica y de inmediato procedió a señalar y corregir un par de cositas, además de instalar (según él, indispensable) el contador de visitas. Estaba tan contento por darme su ayuda que no me atreví a decirle que para mi, parte del encanto de Internet consistía en no saber si alguien te lee o si estás “escribiendo” cual loca, para tu dedo “Querido dedo” –dices mirándote el dedo índice de la mano derecha- y te sientes en la gloria. El resultado es que con el dichoso contador de visitas, ahora estaré pendiente si alguien me lee o soy mi única seguidora. Si en algún momento parezco demasiado desesperada suplicándoles que vengan, ya saben por qué es (pueden decirme le baje a mi neurosis).
Con Ross la cosa fue diferente. Conversamos y me preguntaba por qué había escrito tal o cual cosa, si el blog sería sólo para mujeres; se interesó en el contenido y leyó cada una de las entradas… algunas horas después, ya estando sola, pensaba en las mujeres que conozco, con quienes me relaciono y la forma como nos alimentamos internamente unas a otras.
Con algunas voy de desayuno y hablamos de "nuestras cosas", con otras comparto la pasión por la lectura, con otras más satisfago mis inquietudes espirituales; no faltan aquellas con quienes se habla de moda, de cocina, de los hijos, de los hombres o de cualquier cosa… ocupan un lugar de honor las que logran hacerme reír hasta llorar y son una bendición las hermanas de sangre y las hermanas del alma.
A las mujeres nos hace bien estar con otras mujeres... estando juntas la energía fluye y a través de ella nos comunicamos en el nivel más profundo, nos aliviamos y fortalecemos. No descuidemos ni minimicemos la relación entre nosotras. Salir a tomar el café con las colegas, conversar con la vecina de asiento en el transporte público, tomarnos unos minutos en las reuniones escolares y conocer a otras mamás, detenernos a preguntar a nuestra vecina cómo se encuentra o si somos internéticas fomentar las amistades por este medio (con los límites que marca el sentido común, por favor), nos aleja de la soledad, nos ayuda a ver en las otras aspectos nuestros, distrae nuestra mente de los “mismos rollos de siempre” y nos enriquece. Este verso de una vieja canción lo expresa de una hermosa forma:
“No seas como el viento que juega por la arena y no encuentra a su paso alguien que lo detenga, arrímate a los bosques que se cubren de amor con su espesura y no camines sola jamás y encontrarás ternura”.