La semana anterior al viaje de mi hija fue de idas, venidas, cenas y despedidas.
Esta semana (apenas estamos a la mitad), entre que ella "me dejó encargada" con algunas personas para que no fuera a deprimirme, mis labores cotidianas y los cambios que estoy haciendo en casa, no he tenido un momento libre. Estoy exhausta. Necesito un día libre y en lo que queda de la semana, no lo tendré.
Sonriendo reconozco que me había creado expectativas, a pesar de saber que nunca se cumplen. Me veía a mí misma acompañada de mis perros y un libro, ligeramente nostálgica por aquello del nido vacío y poco a poco, dejándome llevar por una nueva y sosegada rutina. Es una agradable imágen... (suspiro).
La realidad se impone y es buena. Definitivamente mucho mejor que la que mis expectativas crearon. A mi hija diariamente la veo y conversamos gracias a la magia de internet. El nido vacío confirmo que solo existe en la mente y la sosegada rutina tendrá que esperar unos años más.
Respiro, sonrío y felíz espero que llegue el fin de semana para descansar.