martes, 31 de marzo de 2009

Juntas estamos mejor



Ayer presenté en sociedad este blog.
Los primeros, mis hijos.
Jor, hombre al fin, me felicitó por mi destreza técnica y de inmediato procedió a señalar y corregir un par de cositas, además de instalar (según él, indispensable) el contador de visitas. Estaba tan contento por darme su ayuda que no me atreví a decirle que para mi, parte del encanto de Internet consistía en no saber si alguien te lee o si estás “escribiendo” cual loca, para tu dedo “Querido dedo” –dices mirándote el dedo índice de la mano derecha- y te sientes en la gloria. El resultado es que con el dichoso contador de visitas, ahora estaré pendiente si alguien me lee o soy mi única seguidora. Si en algún momento parezco demasiado desesperada suplicándoles que vengan, ya saben por qué es (pueden decirme le baje a mi neurosis).
Con Ross la cosa fue diferente. Conversamos y me preguntaba por qué había escrito tal o cual cosa, si el blog sería sólo para mujeres; se interesó en el contenido y leyó cada una de las entradas… algunas horas después, ya estando sola, pensaba en las mujeres que conozco, con quienes me relaciono y la forma como nos alimentamos internamente unas a otras.
Con algunas voy de desayuno y hablamos de "nuestras cosas", con otras comparto la pasión por la lectura, con otras más satisfago mis inquietudes espirituales; no faltan aquellas con quienes se habla de moda, de cocina, de los hijos, de los hombres o de cualquier cosa… ocupan un lugar de honor las que logran hacerme reír hasta llorar y son una bendición las hermanas de sangre y las hermanas del alma.
A las mujeres nos hace bien estar con otras mujeres... estando juntas la energía fluye y a través de ella nos comunicamos en el nivel más profundo, nos aliviamos y fortalecemos. No descuidemos ni minimicemos la relación entre nosotras. Salir a tomar el café con las colegas, conversar con la vecina de asiento en el transporte público, tomarnos unos minutos en las reuniones escolares y conocer a otras mamás, detenernos a preguntar a nuestra vecina cómo se encuentra o si somos internéticas fomentar las amistades por este medio (con los límites que marca el sentido común, por favor), nos aleja de la soledad, nos ayuda a ver en las otras aspectos nuestros, distrae nuestra mente de los “mismos rollos de siempre” y nos enriquece. Este verso de una vieja canción lo expresa de una hermosa forma:
“No seas como el viento que juega por la arena y no encuentra a su paso alguien que lo detenga, arrímate a los bosques que se cubren de amor con su espesura y no camines sola jamás y encontrarás ternura”.

lunes, 30 de marzo de 2009

Depresión ¿qué es eso?



Dicen los psiquiatras que es la enfermedad mental del siglo XX y será la más importante en el XXI.
Ahora no hablaré sobre las mujeres en depresión que encajan en el patrón médico (tristeza, crisis de llanto, incapacidad para desarrollar sus labores cotidianas, dolores de cabeza, desórdenes de sueño, ansiedad, pérdida o aumento significativo de peso, sentimiento de inutilidad o de no ser necesaria, pensamientos de muerte, etc.) y son afortunadas en atenderse en las etapas tempranas de la enfermedad.
Tampoco hablaré de quienes tienen motivos tangibles y obvios para caer en estados depresivos y éstos tienen inicio y fin, como son todos los procesos de pérdida… de un ser querido, de un trabajo, de la juventud, etc.
Hoy quiero hablar de aquellas “depresivas funcionales” cuya vida continúa normalmente sin percatarse que se deslizan lenta pero inexorablemente por la pendiente de una enfermedad que va robándose el alma, la alegría y la voluntad de vivir.
--Mi madre decía que nunca había estado deprimida… pero le daba flojera arreglarse y salir.
--Mi hermana no se consideraba una persona en depresión… sin embargo, nunca abría cortinas ni ventanas en su casa (vivimos en clima cálido).
--Una amiga hablando sobre depresión comentaba que “esas cosas solo le pasan a quien no hace nada”; ella únicamente tenía cansancio crónico.
--Por mi parte usualmente encuentro el lado bueno de las cosas y estoy de buen humor… pero de pronto un día me di cuenta que nada me ilusionaba.
¿Qué hay de esos síntomas que están gritando que estamos deprimidas pero son tan vagos que no les prestamos atención? ¿Qué hay de ese ir por la vida haciendo lo que se espera de nosotras, sintiéndonos aburridas, fastidiadas y resignadas? ¿Creen que son palabras del siglo pasado y que hoy la mayoría de las mujeres son libres, autosuficientes, en control de su vida y… felices?
Las estadísticas dicen que no.

¿Por qué caemos en estados depresivos si nuestra vida es buena o suficientemente buena?
Poco a poco nos vamos distanciando de nosotras mismas; nos alejamos tanto de nuestra esencia que así, de pronto, sin previo aviso, nos damos cuenta que nos buscamos dentro nuestro y no nos encontramos y en lo que vemos, no nos reconocemos. Hay que recuperarnos. Hay que seguirnos paso a paso porque conforme vamos cambiando por el natural devenir del tiempo y las experiencias, dejamos de conocernos.
Alguien dijo que solo amamos aquello que conocemos y que solo comprendemos aquello que amamos.
Te invito… conócete, ámate, compréndete y únete al grupo de quienes dicen con una sonrisa auténtica “depresión ¿qué es eso?”.

Algún día se lo diré a mi hija

Te amaba lo suficiente para fastidiarte preguntando, cada vez que salías, adónde ibas, quién te acompañaba y a qué hora volverías a casa.

Te amaba lo suficiente para callarme mi opinión y dejarte descubrir por ti misma que aquel amigo que habías escogido tan cuidadosamente era un patán cualquiera.

Te amaba lo suficiente para para estarme dos horas viendo cómo ponías en orden tu habitación, tarea que yo habría hecho en 15 minutos.

Te amaba lo suficiente para no buscar disculpas a tus impertinencias y a tus malos modales.

Te amaba lo suficiente para no tener en cuenta lo que otras madres decían o hacían.

Te amaba lo suficiente para adivinar tus mentiras... y perdonártelas luego de confirmarlas.

Te amaba lo suficiente para dejarte tropezar, caer y fracasar para que aprendieras a valerte por ti misma.

Te amaba lo suficiente para aceptarte tal como eres, sin pensar en lo que yo quería de ti.

Y sobre todo te amaba lo suficiente para negarte algo, a sabiendas que me detestarias. ESO ERA LO MÁS DIFICIL DE TODO.

Algún día se lo diré a mi hija

autor:Desconocido

domingo, 29 de marzo de 2009

Nunca había sido tan difícil ser adolescente...

Recuerdo cuando yo lo fuí. Sabíamos sin dudas lo que estaba bien y lo que estaba mal. Sabíamos la consecuencia de actuar "mal". Los padres nos manejaban con la mirada y aun rebeldes ¡no desafiabamos a la autoridad! La familia era el núcleo y la plataforma para la vida; al mismo tiempo eso nos volvía locas de frustración y nos daba estabilidad al marcarnos límites y decirnos por donde ir. Con lo anterior quiero decir que no habían muchas opciones, por lo tanto, tomar decisiones se facilitaba.
Veo a las adolescentes de hoy...
igualmente ahora no hay dudas...
no hay dudas que lo bueno y malo es cuestión de enfoque o "actitud" como está de moda decir; los padres no solo no manejan con la mirada sino que por el cada vez más acelerado ritmo de vida, son en muchísimos casos padres ausentes. ¿autoridad? precisamente los adolescentes de hoy, niños índigo en una enorme cantidad ¡vinieron a desafiar a la autoridad! Las opciones se multiplican y hasta decidir qué shampoo comprar es un desafío.
¿A quien recurren estas adolescentes? ¿De quién aprenden? ¿Quién está ahí para enseñarles? ¿Quén las escucha? ¿Quién las consuela? ¿Hay alguien que les diga "no tengas miedo, esto es normal, todo está bien"?
Desordenes alimenticios, depresión, promiscuidad, adicciones, embarazos no deseados, son consecuencia de su confusión y su miedo. Es nuestro deber decirles, si, que ellas tienen razón y no hay bueno ni malo, sino únicamente opciones que traen consecuencias. Es nuestro deber señalarles las consecuencias de esas opciones, para que sus decisiones sean más certeras. Es nuestro deber apoyarlas en el camino que elijan. Es nuestro deber hacerles saber que son más inteligentes, más osadas, más fuertes, más libres, más capacitadas de lo que nosotras lo fuimos, que solo les falta un poquito de tiempo, seguridad y consistencia para manifestarse en plenitud.
¡Hagámoslo!

sábado, 28 de marzo de 2009

Presentándome


No poseo títulos universitarios, no tengo currículo para presumir, mis paredes están vacías de diplomas… pero a cambio, poseo una larga experiencia de vida, un corazón donde cabemos todas, la convicción que a veces solo necesitamos un par de ojos que nos vean y un par de oídos que nos escuchen, para sanar y el deseo inmenso de recordarle a cada mujer que lo necesite, que no está sola, que no es la única confundida, que siempre, siempre, hay puertas que se abren, que la esperanza sigue en nuestro interior aunque no parezca, que el corazón roto se repara y cuando se cree que está muerto solo está hibernando.

Mi vida se ha desarrollado teniendo como figuras centrales a las mujeres. No tengo dudas que es porque soy mujer y vivo en una cultura donde las mujeres nos unimos por amor y por sobrevivencia. Son los grupos femeninos los que nos ayudan, apoyan, refuerzan, recargan, cuando la cultura masculina en la que vivimos nos presiona, lastima, nos discrimina, nos margina. El presente escrito no lleva como intención entrar al debate de la dualidad o polaridad. Tampoco lleva la intención de denostar a los hombres o demostrar quién es el malo de la película. Sabido es que no hay buenos ni malos, no hay víctimas ni victimarios, tan solo experiencias de vida y a través de ellas, aprendizaje. Retomo lo de la intención. La intención es crear un espacio seguro a dónde acudir cuando se esté confundida, atrapada en un mundo hostil, en el cual no logramos ver opciones positivas ni posibles. Un lugar que sea una mano extendida cuando se siente que no hay nada a qué agarrarse. ¿Cómo suena esta idea?