Florecer

Hoy nuevamente Claudia nos comparte un pedacito de su vida y sus reflexiones, con las cuales coincido ¿ustedes que opinan?
-Gracias Clau-

Inscribieron a Renata, de 7 meses, a estimulación temprana. Apenas había asistido a dos clases, mi hermana empezó a decir que llevaría a la nena a la guardería, pues sentía que necesitaba más estimulación y socialización, que con sus “clasesitas” no avanzaba demasiado. Un día, mi hermana me pidió que llevara a la princesa a su clase y entendí lo que sucedía: Su grupo es de niños de 8 meses a 1 año. Niños que gatean, ponen más atención, hacen más cosas… voy viendo que un mes en los bebes es equivalente a un año normal en cuanto a aprendizaje ¡aprenden como esponjas!
Luego la llevan a su revisión médica. El Dr. determinó que creció 5 cms en un mes, por tanto, está más alta de lo que “debe” y con menos peso que igual, “debe” tener, por lo que recomendó disminuir las verduras de su dieta y aumentar los carbohidratos; todo lo anterior basado en las estadísticas, sacadas de la media de la población, en las que se incluyen niños de diferente población, clima e incluso con características genéticas diferentes.
Puedo decir, sin cegarme, que la nena socializa bien, aprende rápido, es una bebé bien alimentada, sana y felíz.
En algún momento la abracé y le prometí que no la compararía con nadie.
Mi hermana empezó a preocuparse cuando la comparó con lo que otros bebés hacían, cuantos kilos pesaban o qué cantidad de leche tomaban.
El doctor la diagnosticó o evaluó, comparándola con otros muchos niños.
Quizá los sicólogos y estudiosos me dirán que estoy equivocada, pero pienso que no hay diferencia entre que un bebé camine a los nueve meses o al año o al año y medio. En las tribus los niños no se separan de la madre hasta el año. Eso favorece la integración, la seguridad y la autoestima, ya que se sienten apoyados y amados, al estar en constante cercanía de la madre.
Creo que lo que es determinante y definitivo en la vida de cualquiera, es la cantidad de abrazos recibidos, elogios, disciplina amorosa y coherente. Los bebés, como todos, solo necesitan amor y sentido común. Lo demás, la propia vida lo irá dando.
Hace algún tiempo renuncié a las competencias. Eso me enseñó a tratarme a mí misma con amor y dar mi mejor esfuerzo sin dañarme. También hace tiempo que no creo en estadísticas. En mi trabajo las uso, las hago, me encantan… pero yo trabajo con máquinas. Las estadísticas no se aplican a las personas porque somos, al fin y al cabo, impredecibles.
Lo único que necesitamos es amar incondicionalmente a cualquier ser, para que florezca, para que sea esplendoroso, para ser quien quiera ser, a la luz de nuestro amor.